No hay más margen para la recomposición.
Su cabeza lucha perdida. Su cuerpo, aún resiste, es joven y fuerte, pero ya
pide hipoteca diaria a las sustancias: neuronas contra músculos en desgaste.
Los demás no podemos sucumbir. Darse
contra la pared existe. Una y otra vez. Habrá daños. Sin sangre, confiamos,
pero con mucho dolor.
Los escenarios empiezan a descontarse:
cunetas, prisiones, rehabilitación, fianzas, juicios, hospitales... Desgarrante
panorama.
La paciencia es un lujo consumido hace años. No
queda ni de reserva. Se agotó sin hallar la solución.
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