lunes, 30 de enero de 2012

Procrastinar



A veces, la mina de las palabras esconde tesoros como este, de difícil vocalización y peor comprensión.
Tiene aspecto de delito capital, pecado infame o, como mínimo, imposible de explicar a nuestros menores, por no provocarles escándalo o inquietud antes de salir a la calle. También evoca el destino cruel de muchos animales de compañía, cuando les privamos de descendencia.
Sus elementos latinos son «pro» y «crastinus», en roman paladino del breve, «aplazar», para el futuro, claro, pues nadie aplaza nada para el pasado.
Me confieso procrastinador militante, pero me lo estoy haciendo ver, no vaya a ser.

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