lunes, 31 de octubre de 2011

Limitaciones



Me siento impelido a escribir cien palabras para alimentar el estómago de esta bitácora. Me lo pide el cuerpo, mis seguidores, y las ganas de poner «píxel sobre fondo» algún pensamiento fugaz que, de otra forma, se iría, como en una mala mano de mus, sin más pena ni gloria.
Pasar del twitmundo a la blogosfera es como levantarte en un avión en clase turista para sentarte en el asiento de un taxi, a pesar del límite de 100 palabras que me autoimpuse, antes de surgir la adictiva comunicación piada.
No obstante, aquí también hay tope, y acabo de llegar.