viernes, 22 de enero de 2010

El carril descolorido



Me hice ecológico y guardé el todoterreno.
Comí verduras y yogures especiales y domé el colesterol.
Vencí al tabaco porque me consumía y humear no era moderno.
Conseguida mi voluntad férrea, va don BdS, aprovecha unos eurillos, 2/3 de millón, del ZPlan, ése de la E encarnada con flequillo atildado, y me procura un camino para bicis, purpúreo, inconcluso y sinuoso, por mi pueblo, zona de sus votant.es, no por el centro.
Dinero de todos. Empleo para demasiados pocos.
No llegó para dar la mano —¿quizás para meterla?— que fija el color: ahora destiñe y, para mayor escarnio ¡de rojo!

lunes, 11 de enero de 2010

Buscadores y encontradores



Indudable misión, la de gúguel y yajú, entre otros, puntos de partida inexcusables para cualquier navegación internáutica. En vez de usar el presente blog como página inicial —recomendable—, la gente los usa como plataformas de entrada al mundo.
Tomamos con esmero unas palabras, las tecleamos (antes escribíamos, ahora hasta la letra manual se nos empereza), OKeamos y ¡vualá! varios cientos de miles, o millones, de resultados para nuestra pesquisa.
¡Así también investigo yo! ¿algún rebuscador rápido escardará lo hallado para ahorrarme más vueltas? ¿no lo han inventado? ¿a qué esperan?
Me programen un encontrador, por favor, más directo, acaso.

sábado, 9 de enero de 2010

Desvalidos

Ante la rápida extinción de los de su especie, el último ha decidido hacer las maletas y largarse a otro lugar con su tarea. No son buenos tiempos, ni malos: son peores. Y no es sólo por la crisis. Tras aguantar el tirón en épocas mucho más racionales, los valores humanos —no bursátiles— se deprecian y son despreciados, y eso que no tienen precio. Cada cual va a lo suyo. El esfuerzo sólo vale para sacar partido rápido. Respeto, solidaridad, tolerancia y buen gusto partieron hace tiempo. Por suerte, queda gente empecinada en mantener su recuerdo entre nosotros. Valorable empeño.

sábado, 2 de enero de 2010

Tensión sostenible


A pesar de la compleja programación, Hainós es capaz de interpretar con precisión meridiana las letras, pausas y signos mostrados periódicamente en su pantalla de alta definición. Lo hace con la misma inocencia que el primer día, cuando le llegó la primera ráfaga de ceros y unos, aunque la tecnología ofrece ahora textos nítidos, pues lo binario ya es historia.
Para su regocijo, hace poco detectó que esos símbolos llevaban intrigantes dosis de «metasignificados» muy calibrados.
Se ha propuesto el desafío de descodificarlos, dando un punto de excitante tensión a su elegida soledad diaria, tan saturada siempre de códigos inalterables.