jueves, 31 de diciembre de 2009

Fatum (obvio)


Al llegar el capítulo ocho, Virtualio debía desaparecer; no obstante, su esencia imaginaria lo dificultaba. El autor afrontaba un problema de coherencia: si el personaje era irreal, no podría suprimirlo, pues nunca había existido.
¿Cómo arreglarlo? Sencillo, invirtió los términos.
Durante las páginas siguientes, lo verdadero empezó a no serlo. Lo ficticio se materializaba y Virtualio adquiría poco a poco dimensiones medibles. Se palpó hombros, cabeza, nariz: todo sólido. Gracias, jefe, pensó, eufórico.
Cuando más disfrutaba, el relato le obligó a sortear el «Paso de la Perplejidad», ahora muy cierto, resbaló, y acabó el capítulo siete. Vaya tropezón más predestinado.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Prohibición para obligar



Manía muy extendida entre gobernantes –observada incluso en comunidades de vecinos— es la de poner puertas al campo, límites a lo infinito o topes a lo que no puede taponarse.
Por el anhelado bienestar de todos, el dirigente se siente impelido a dictar cantidades desmedidas de normas, en todos los ámbitos, que nos protejan de comportamientos incívicos, nocivos, perjudiciales, antiecológicos o, incluso, antiestéticos.
Finalmente, resultará que lo poco que pueda hacerse se convertirá en obligatorio, porque no habrá más opciones. La regulación total dará paso a la dictadura de forzoso cumplimiento, cumplo y miento, todo por mi bien, obvio es.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Curiosidad o casualidad



«Curiosamente, tengo conmigo a la autora del libro, que ha venido para presentarlo a través de nuestros micrófonos», comenzó el locutor del programa.
Digo yo que dijo eso porque sería una circunstancia extraña, llamativa, sorpresiva o interesante.
Algo distinto sería que la citada escritora estuviera caminando por el pasillo de la redacción y, accidentalmente, el conductor se la hubiera encontrado.
En tal caso, debería haber dicho «Está junto a mí, casualmente, la autora de esta novela, que paseaba por la redacción» y añadir, quizás, «curiosamente, un domingo por la mañana, algo muy singular en una persona tan trasnochadora como ella».

jueves, 24 de diciembre de 2009

Besos de fogueo


Si la bala que se dispara para hacer ruido, sin daños, es de fogueo, ¿qué diríamos que es un beso de fogueo?
Sugerencias:
1) Provoca gran excitación pero ningún efecto profundo en quien lo recibe.
2) Se regala a quien nunca llegó a compartir destino, con efecto retroactivo, a modo de pista fogosa de lo que pudo haber sido.
3) Propio del sexo «deportivo», algo escandaloso pero sin pólvora de compromiso.
4) Genera expectativas, suerte de advertencia, antes de rellenar el cargador con los reales.
Una vez disparado, no deja casquillos ni pruebas de calibre o procedencia, ¿ventaja o inconveniente?